La fotógrafa, sumiller y comunicadora Clara Isamat, directora y autora de los documentales Fermentación espontánea i Revolución líquida, ha sido la impulsora del Manifiesto en defensa del vino en tiempos del coronavirus. Este singular pronunciamiento surge como réplica y «en consecuencia de una información que hacía referencia al aumento del consumo de alcohol en los hogares y el peligro de sus efectos en nuestra salut – emitida el 7 de abril en el TN de TV3«; y lo firman inicialmente «un grupo numeroso de mujeres (Mujeres + Vino) vinculadas al oficio del vino que representa perfiles muy diversos, que hemos decidido firmar este manifiesto en defensa de todos los agentes del mundo del vino, desde el viticultor al sumiller y evidentemente al consumidor responsable».
Estas profesionales del sector del vino destacan que «la hostelería y el turismo son, probablemente, los más perjudicados y serán también los últimos en recuperarse»; y defienden «que detrás de un vino hay humanidad y naturaleza». Así como aseguran que «el consumo de vino no ha aumentado durante el confinamiento. Es más, las bodegas constatan una bajada drástica de las ventas. Hay que tener muy presente que antes de la crisis de la Covid-19, el consumo de vino se realizaba mayoritariamente en restaurantes y bares. Ahora, el consumo, varía de escenario e incrementa las viviendas particulares «.
El manifiesto recoge que «el consumidor compra principalmente en las grandes superficies por eso podemos ver alguna imagen de estanterías de vino medio vacías. También hay tiendas especializadas que para dar salida a su stock y seguir apoyando a los elaboradores, están haciendo un esfuerzo creando ofertas y dando facilidades para hacer llegar el vino a domicilio «.
Sin embargo, «estas circunstancias no implican que las bodegas estén vendiendo más vino. Es más, los de dimensión pequeña y mediana que son la mayoría en Cataluña, no suelen participar en la línea de distribución de grandes superficies y han visto parar de golpe sus ventas «. Y aseguran que los «bodegas pequeñas y medianas son los que más van a sufrir las consecuencias de la crisis sanitaria, económica, social y cultural, ya que su principal línea de venta es la restauración y la exportación. Dos vías que, hoy por hoy , están cerradas «.
El documento también recoge que «la cadena de profesionales que trabajan para que llegue una botella de vino al consumidor es realmente larga e importante: viticultores, tractoristas, geòlogues, técnicas de viña, vendimiadoras, bodegueras, enólogas, técnicas de bodega, empresarias y trabajadoras de productos enológicos y fitosanitarios, fabricantes de maquinaria, toneleros, forestales, fabricantes de botellas, de etiquetado, de cajas de cartón y de embalaje, diseñadoras, alcornoques, vidrieras, transportistas, aduaneras, distribuidoras, almacenadoras, restauradores, sumilleres y comunicadoras, entre otros agentes «.