Bajo el nombre de la viña Bellpla los sumilleres Natàlia Boada y César Cánovas han iniciado un nuevo proyecto que da una segunda oportunidad a esta singular parcela del Pla del Penedès (Alt Penedès), castigada en los últimos años por la sequía y un cambio climático que pone en peligro las cepas, viejas y jóvenes. Jaume Boada, padre de Natàlia, cuida de este viñedo desde que tenía catorce años y tuvo que hacerse cargo de la tierra que heredaba de su padre y había plantado su padrino con cepas de macabeo, ahora hace unos ochenta y cinco años. Con este nuevo proyecto, la pareja de sumilleres quiere rendir homenaje a Jaume.
Con el tiempo, en las viejas cepas de macabeo, los Boada sumaron otras de xarel·lo de diferentes momentos. Y de estas dos uvas, Natàlia y César han decidido elaborar dos monovarietales de su primera vendimia, en el 2023. Un vendimia que a pesar de ser muy complicada ha hecho que estos dos vinos den fe de un terruño del Penedès argilo-calcáreo de influencia mediterránea.
Por lo que respecta al Xarel·lo 2023, es el resultado de dos vinificaciones diferentes. En primer lugar, el mosto procedente de las cepas más jóvenes se ha fermentado en depósito de acero inoxidable y ha repuesto con sus madres. Por otro lado, el mosto de las cepas más viejas ha fermentado en bota de madera de castaño con una crianza de cuatro meses con battonage semanal. Dos vinificaciones que, una vez finalizadas, se han ensamblado en la elaboración de un único vino.
Por otro lado, el monovarietal Macabeu Vinyes Velles 2023, fermenta con sus pieles ya su coupage incorpora un pequeño porcentaje del xarel·lo criado en bota de castaño. En la vinificación de la parte de macabeo “consideramos que las pieles aportan un punto de aromas y textura al vino, y dejamos un 10% de pulpa sin rapa que guardaremos durante un tiempo después de la fermentación”, explican Natalia y César .
Dos vinos de perfil muy diferente, el xarel·lo destaca por su marcada acidez y fruta tropical. Un vino fresco que limpia la boca e invita a comer de nuevo. El macabeo, de mayor complejidad y estructura, rico en fruta de hueso, a pesar del nervio que aporta la crianza con pieles. Pero ambos tienen en común el volumen y la densidad que da el trabajo con sus madres.
La pareja de sumilleres explica que “la primera vendimia del proyecto ha sido complicada y afectada por una sequía extrema que ha ocasionado rendimientos bajísimos, descompensación de maduración de las uvas y muchas cepas muertas”. Sin embargo se muestran satisfechos por haber podido elaborar 2.704 botellas de estas dos referencias. Así como aseguran que han descubierto que «un sueño, si se pone esfuerzo y constancia, es bien posible».