La Bodega Sant Llop ha puesto en marcha un proyecto que tiene como objetivo la recuperación del cultivo de viñedo en el Pla de l’Estany, donde se empezó a elaborar vino hace 2.000 años, una actividad que estuvo presente durante siglos. Esta iniciativa pretende dar a conocer un producto que mantiene una relación directa con la zona en la que se produce. En la antigua villa romana de Vilauba, primero, y posteriormente en el conjunto de Miànigues, se había iniciado el cultivo de viña siglos atrás y la producción de vino no se detuvo hasta finales del siglo XIX con la aparición de la filoxera. Más de 100 años después, la voluntad es recuperar este trabajo y hacer un vino que esté estrechamente vinculado con la historia del territorio. Éste es el punto de partida de la Bodega Sant Llop, que el ayer lunes, día 3 de junio, presentó los frutos de su primera etapa de trabajo.
Vilauba, Miànigues y la via miliar romana Los viñedos de la Bodega Sant Llop están situados en el mismo emplazamiento en el que se establecieron los primeros pobladores de la villa romana y visigoda de Vilauba, que tiene su origen en el siglo I y perduró hasta el año 700, a finales del reino visigodo. El primer paso de la bodega ha sido buscar la traza de la historia de esta zona, que posteriormente tuvo continuidad al acoger el conjunto de Miànigues, que tiene su origen en la evolución de la misma Vilauba y se tienen referencias a partir del año 957. El yacimiento de Vilauba fue descubierto el siglo pasado, es catalogado como Bien Cultural de Interés Nacional por el Departamento de Cultura de la Generalitat, y su nombre hace referencia a una masía cercana al yacimiento . Esta villa estaba dividida en dos áreas: un espacio residencial en la zona norte, mientras que en la zona sur se han encontrado estructuras relacionadas con la producción de aceite y vino. Vilauba estuvo activa durante 700 años y contaba con 17 hectáreas de viñedo, mientras que el terreno de Miànigues fue de 10 hectáreas. El paso del tiempo y los hallazgos que se han hecho posteriormente (prensas, almazaras, utensilios y cepas, entre otros), confirman que esta actividad siempre ha sido viable y sólo se vio interrumpida por la llegada de la fila loxera, que acabó con el viñedo en la segunda mitad del siglo XIX.